Historia

Siglo V a.C.

El origen de Tarragona se remonta a un oppidum ibérico de fines del siglo V a. C. Esta aldea fortificada fue el germen para el establecimiento de la ciudad romana de Tarraco alrededor del año 218 a. C., durante la segunda guerra púnica.

Lo que en sus inicios fue un asentamiento de las tropas dirigidas por los hermanos Cneo y Publio Escipión, dos grandes generales romanos, acabó evolucionando hasta convertirse en la principal base militar romana en Hispania y, más tarde, en la célebre ciudad de Tarraco.

Siglos II y I a.C

Durante los siglos II y I a. C., la ciudad experimentó un rápido crecimiento, pues la presencia militar atrajo no solo a soldados, sino también a comerciantes y ciudadanos interesados en las oportunidades que ofrecían los nuevos territorios conquistados. De esta manera, Tarraco se convirtió en una de las ciudades más destacadas de la Hispania Citerior, obteniendo el estatus de colonia.

Siglo 25 a.C.

La presencia de Augusto en los años 26 y 25 a. C. fue de gran relevancia, ya que durante este período, la ciudad se convirtió en sede imperial, lo que impulsó un notorio desarrollo urbanístico y su consagración como capital de la Hispania Citerior.

Esta nueva posición como capital otorgó a Tarraco su periodo de mayor esplendor durante los siglos siguientes (I-II d. C.). 

Año 713

No obstante, la conquista árabe, sobre el año 713, provocó un drástico cambio: Tarragona entró en un período de clara decadencia y abandono que no se revertiría hasta principios del siglo XII, cuando la ciudad fue conquistada por los condes catalanes y la sede metropolitana fue restaurada.

Sin embargo, a partir del siglo XIV y durante la Época Moderna, las pestes y los diferentes conflictos bélicos volvieron a golpear la ciudad, sumiéndola nuevamente en un periodo de decadencia.
No fue hasta el final de la guerra de la Independencia que Tarragona inició un nuevo periodo de desarrollo.

La población se recuperó gradualmente y con ella, la actividad comercial. Una economía especializada en la exportación de vino y aguardiente favoreció el surgimiento de una clase burguesa y la modernización de la ciudad.

A mediados del siglo XIX, Tarragona dejó de ser una plaza fuerte, lo que permitió el derribo de sus murallas y la expansión de sus barrios más allá de sus límites. En tiempos más recientes, la industria petroquímica ha desempeñado un papel fundamental, utilizando el puerto de la ciudad para el transporte de mercancías.

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